Tal vez a muchos les
parezca raro el siguiente razonamiento que voy a realizar, pero estoy
abierto a cualquier comentario argumentado.
Hablar de las Hogueras de
Alicante significa hablar de las Hogueras de San Juan, pero en cierta
manera es hablar de la Semana Santa... te preguntarás ¿este qué
dice?. Podemos entablar ciertos paralelismo en las hogueras, de una
fiesta del pueblo y para el pueblo: del calor y la luz, del día y de
la noche, de la comida y la bebida, de la diversión y el descanso...
En la Semana Santa de recogimiento y procesión, de sentimientos y
emoción, de fe personal y de fe compartida, de recordatorio y
presencia. Pero si rascamos un poco, si nos paramos primeramente en
el título de la fiesta grande de la ciudad habría que preguntarse
¿quién ese Juan que da nombre a la fiesta de Alicante? El último
gran profeta del Antiguo Testamento que es el puente con el Nuevo
Testamento. El Precursor. Aquel que nació seis meses antes del que
ha de venir.
Voy a reproducir uno de los sermones de san Agustín, obispo
''La
Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado y él es el
único de los santos cuyo nacimiento se festeja; celebramos el
nacimiento de Juan y el de Cristo. Ello no deja de tener su
significado, y, si nuestras explicaciones no alcanzaran a estar a la
altura de misterio tan elevado, no hemos de perdonar esfuerzo para
profundizarlo, y sacar provecho de él.
Juan nace de una anciana estéril; Cristo, de una joven virgen. El futuro
padre de Juan no cree el anuncio de su nacimiento y se queda mudo; la
Virgen cree el del nacimiento de Cristo y lo concibe por la fe. Esto
es, en resumen, lo que intentaremos penetrar y analizar; y, si el
poco tiempo y las pocas facultades de que disponemos no nos permiten
llegar hasta las profundidades de este misterio tan grande, mejor os
adoctrinará aquel que habla en vuestro interior, aun en ausencia
nuestra, aquel que es el objeto de vuestros piadosos pensamientos,
aquel que habéis recibido en vuestro corazón y del cual habéis
sido hechos templo.
Juan
viene a ser como la línea divisoria entre los dos Testamentos, el
antiguo y el nuevo. Así lo atestigua el mismo Señor, cuando dice:
La
ley y los profetas llegaron hasta Juan. Por
tanto, él es como la personificación de lo antiguo y el anuncio de
lo nuevo. Porque personifica lo antiguo, nace de padres ancianos;
porque personifica lo nuevo, es declarado profeta en el seno de su
madre. Aún no ha nacido y, al venir la Virgen María, salta de gozo
en las entrañas de su madre. Con ello queda ya señalada su misión,
aun antes de nacer; queda demostrado de quién es precursor, antes de
que él lo vea. Estas cosas pertenecen al orden de lo divino y
sobrepasan la capacidad de la humana pequeñez. Finalmente, nace, se
le impone el nombre, queda expedita la lengua de su padre. Estos
acontecimientos hay que entenderlos con toda la fuerza de su
significado.
Zacarías
calla y pierde el habla hasta que nace Juan, el precursor del Señor,
y abre su boca. Este silencio de Zacarías significaba que, antes de
la predicación de Cristo, el sentido de las profecías estaba en
cierto modo latente, oculto, encerrado. Con el advenimiento de aquel
a quien se referían estas profecías, todo se hace claro. El hecho
de que en el nacimiento de Juan se abre la boca de Zacarías tiene el
mismo significado que el rasgarse el velo al morir Cristo en la cruz.
Si Juan se hubiera anunciado a sí mismo, la boca de Zacarías habría
continuado muda. Si se desata su lengua es porque ha nacido aquel que
es la voz; en efecto, cuando Juan cumplía ya su misión de anunciar
al Señor, le dijeron: ¿Tú
quién eres? Y
él
respondió: Yo soy
la voz que grita en el desierto. Juan
era la voz; pero el Señor era la Palabra que en
el principio ya existía. Juan
era una voz pasajera, Cristo la palabra eterna desde el principio''.
Hogueras y Semana Santa no están tan lejos...
Alberto Payá
Alberto Payá
No hay comentarios:
Publicar un comentario